lunes, 16 de julio de 2007

Miedo a la verdad

Maldita luz


Esta puede ser la última noche. El tiempo puede no detenerse en esta ocasión.
Una vez ocurrió. Una vez la noche quedó quieta y jamás nos importunó el Sol. Llegó la mañana, nos separamos, volvimos a casa, nuestras vidas siguieron su curso… pero continuamos inmersos en aquella embriagante noche surreal.
La playa, el calor, el amanecer, todo ocurría en la noche. Nos protegía una manta de oscuridad que nos aislaba de la luz del día, y cualquier momento era propicio para acurrucarnos bajo ella. Como en un sueño, el cielo nocturno nos visitaba allá donde íbamos y cualquier sala de cine se convertía en un planetario en el que cada estrella era fugaz. Solo en aquellos momentos se cumplían nuestros deseos. Sólo entonces creíamos en la mística del tiempo y el espacio.
Hasta que un día la luz inundó la estancia, bañó nuestros cuerpos y nos hizo ver la realidad.
Y ese día comprendí que las estrellas no satisfacen deseos en los que hay implicada otra persona, sobre todo si ésta no quiere verse involucrada.
Ese día, comprendí que fuiste tú quien creó todos aquellos artificios, quien me hizo creer que vivía un sueño interminable.
Fuiste tú quien trajo el Sol y lo estropeó todo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

To apo, AUB? Sigue así... ¡Lagarto argentino! ¡Saxofonista! ¡Calla!

Anónimo dijo...

pensé que la luz era el bien, la verdad, pero la luz ciega, la luz nos quita la intimidad, la luz juzga. Y si todos fuésemos ciegos y viviésemos en una eterna oscuridad y nos valiéramos de las palabras de los roces para conocernos... Gracias señor Moreno. Aún así no dejaré de sentarme bajo el sol en las tardes frescas a fumar