martes, 8 de mayo de 2007

Miedo a la verdad

La vuelta al mundo en ochenta sueños

Te propongo un juego. Empiezo yo y yo iré dictando las reglas. Mi singular pasatiempo demostrará que somos más poderosos que el dinero.
Cierra los ojos.
Voy a hacerte viajar sin salir de la habitación. Quiero hacerte dar la vuelta al mundo en ochenta sueños conscientes y un solo día. Sería más feliz si dispusiera del dinero necesario para poder viajar contigo siempre que quisieras. A dónde tú quisieras.
Conoceríamos las tumultuosas calles de Pekín colmadas de pequeños comerciantes en bicicleta y, abrumados por los aromas del arroz hervido y la soja, esquivaríamos los dragones danzantes y huiríamos, entre risas, de los zancos gigantes como si unas enormes manos intentaran comernos con palillos.
Podríamos sobrevolar Europa. Contemplar el mar de tulipanes por el que navegan embarcaciones con forma de molinos, y minutos después, rozar con las manos las antenas de los altos edificios bajo los que caminan elegantes urbanitas que una vez fueron simios.
Atravesaríamos la selva amazónica de la mano de misteriosos guías nativos, comeríamos ranas y tarántulas asadas ante la inofensiva mofa de los aborígenes, que no se avergüenzan de enseñar su desdentada sonrisa observando la cara que ponemos al probar sus manjares.
Pasaríamos seguros la noche en las Antípodas, abrazados, emulando a los koalas que nos hicieron sentir tan vulnerables durante el día.
Sé que tendrás que conformarte con soñar mis palabras, pero trata de imaginar por un momento que pasamos una falsa luna de miel en cualquier pueblecito perdido de México, y que comemos tacos mientras los demás los pronuncian con ese simpático acento que nos hace sonreír y sentirnos como si fuéramos de la familia.
Quizás prefieras veranear en la Antártida, reír viendo caminar a los despreocupados pingüinos y soltar tantas carcajadas como quieras mirando como tropiezan, para llorar luego de ternura con la imagen de las temblorosas crías.
O quizás desees, en el mismo día, desayunar huevos con beicon en Alabama, almorzar ñoqui a los cuatro quesos en Palermo, cenar a la luz de las velas en París, hacer el amor en Casablanca y dormir a la luz de las estrellas en la Pampa… para despertar cubierta de flores en una cabaña hawaiana junto a las cristalinas aguas y las brillantes olas. Sin embargo, y lamentándolo mucho, debes resignarte y sentirte complacida por este regalo. Te he ofrecido el privilegio de visitar medio mundo aunque solo haya sido la proyección de mi imaginación sobre la tuya. Pero esa es una de las reglas del juego. Y las reglas dicen que ahora te toca a ti. Es tu turno, hazme viajar, sólo bésame…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Debo darle las gracias por haberme hecho viajar sin moverme de la cama.

Anónimo dijo...

crei que era otra persona quien escribia, crei y llore crei y soñe y segui queriendo, cuando lei su nombre al final del relato una lagrima de inocencia me recorrio la garganta, aunque no fuera quien yo hubiese querido, gracias por que ahora se lo que siento y lo que me gustaria sentir. cuantas palabras conocidas en la letra de un desconocido. El amor es un maldito cliche que todos quisieramos vivir aunque este gastado pasado de moda... demasiado usado, lo recordamos en los momentos de impontecia como este que vivi yo. Gracias

A. Moreno dijo...

Me alegro tanto de que un relato tan simple os haga sentir lo más mínimo, y en tu caso, Alguien, me alegro mucho más si la sensación ha sido tan profunda como describes. Aunque siento desilusionarte al no ser quien esperabas, sin embargo las sensaciones no tienen nombre...
Gracias a vosotros por leerme y por visitarnos

José Ibáñez dijo...

A mí me gusta el cuento. La idea en sí es muy buena y positiva. Aunque la verdad es que se disfruta más haciendo realidad los sueños que soñando cosas imposibles.
Pero, ¿de qué vivimos sino de sueños?
A. Moreno, viajar es un placer cuando se hace en la aerolínea de su imaginario. Gracias por compartir el viaje con nosotros.

Anónimo dijo...

Que bien me ha sentado este viajecito virtual en horas laborales...se agradece un poco de escaqueo con ese toque divertido y romanticón. Me encantan tus finales