lunes, 27 de noviembre de 2006
Colección de microrelatos
Mora, tienes que irte, no te pediré que abraces mi fe. Nuestro amor es imposible en este siglo, tendremos que esperar quinientos años. Te echan de España los Reyes Católicos, que buenos cristianos son ellos, que grandes gobernantes son por impedir nuestro romance. Mora, yo quisiera irme contigo a Damasco, empezar contigo una vida nueva, abrazar tu fe, tener doce hijos y un puesto en el zoco. Nosotros debimos ser del siglo XX, nacer en los ochenta o quizá en los noventa, pasar de guerras de religión y celebrar nuestra boda en la luna. Debimos ser hombres del espacio, vestidos de naranja en un atardecer marciano, debimos ser peces del mismo río. Se marcha ya tu barco, tiene que hacerlo antes de que lleguen a alcanzarte los de la verdadera fe, los que quisieran matarte. Yo te veré partir y me quedaré llorando, hundiendo mis pies en la arena para que la madre naturaleza me acoja en su seno y me deposite contigo en la ruta de la seda. Mora, quisiera irme contigo, pero tengo que descubrir América, guárdame el secreto para que a nadie se le ocurra la misma idea, volveré enriquecido y triste. Me dejaré enterrar en Sevilla y en Santo Domingo, pero en realidad descansarán mis restos en Damasco junto a los tuyos, mora mía.
miércoles, 22 de noviembre de 2006
Surrealismo crítico
Ayer, día 21 se clausuró la 5ª muestra Cine y Discapacidad en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. La cita me ofreció una lección de vida, una lección para usar en casa, en mi entorno, cuando alguien señale a mi hermano pequeño por raro, por diferente. David tiene doce años y síndrome de Down. Esa sería la respuesta tradicional, la lógica hasta que tuve el honor de escuchar a Albert Espinosa. El magnífico guionista de películas como 4ª Planta y Va a ser que nadie es perfecto, títulos que no son los que él pensó y que no le gustan nada, es discapacitado, anda con una bien visible cojera. Perdió una pierna a causa del cáncer que sufrió cuando era niño (y vivió, porque el cáncer no tiene por qué ser mortal). Albert señala que los discapacitados no tienen algo de menos, sino algo que las otras personas no tienen. Él no se define como alguien al que le falta una pierna, sino como una persona que tiene un muñón. David tiene doce años y un cromosoma de más. Esa es la respuesta que hay que dar. De la muestra me gustaría recomendar dos cortos, Lo obvio y lo obtuso de Nuria Polo y Di algo de Luis Deltell. Además os invito a informaros sobre las diversas discapacidades que existen, puesto que el desconocimiento es lo que más daño hace a estas personas, las dejamos atrás no por su discapacidad, sino por la incompresión de nosotros mismos. Albert Espinosa no pide respeto (cuidado con el señor cojo, dicen las madres a sus hijos), sino interés.
miércoles, 15 de noviembre de 2006
Inspiraciones suspiradas
Aquella tarde parecía la última. Mientras ambos jugaban a mentirse, sus miradas hablaban de la eternidad. Ninguno era dueño de sus sentimientos en aquel momento, porque ninguno sentía lo que se estaba diciendo. ¿Acaso era una despedida?
Se abrazaron mientras se deseaban suerte en un intento de desprenderse de sus ilusiones. Resbaló por ambas mejillas la lágrima que ardería finalmente en las llamas de un amor sincero. La cara, la única parte del alma que es tangible, hacía numerosos esfuerzos por parecer hierática, mientras por dentro, la parte intangible, se retorcía hasta hacerse un nudo que no dejaba respirar.
Se besaron, no querían volver a besarse pero se besaron. Se acariciaron y agarraron con fuerza, en el último intento de entorpecer la despedida. ¡¡Ay, la despedida!! ¿Por qué separar dos cuerpos que comparten el mismo espíritu? Aquel día Einstein separaba el tiempo y el espacio en dos elementos independiente, en dos conceptos pensados autónomamente. Aquel día murió la realidad, murió la simbiosis perfecta... ¿acaso yo puedo pensar en el tiempo que estuve contigo, sin pensar en el espacio que compartimos? Es decir, ¿acaso yo puedo pensar en aquel 28 de Agosto sin recordar nuestros cuerpos rozándose bajo las sábanas? Tu eres mi tiempo porque yo te doy mi espacio. O tu serás mi espacio porque yo te daré mi tiempo. ¿Qué diferencia hay entre ambas cuestiones? Decidme quién pueda que estoy loco, pero el tiempo y el espacio hacen el amor en cada segundo, a cada suspiro. ¿Cómo separarlos?
martes, 14 de noviembre de 2006
Crónica desde los campamentos de refugiados saharuis...
Última noche
Última noche en los campamentos de refugiados. Un land rover se dispone a llevarnos a Tindouf, ciudad más próxima para coger el avión que nos traía a España, dos familias que nos habían acogido en sus casas con lágrimas en los ojos nos despiden como aquellos que despiden a su última posibilidad de vida. Abrazos, llantos, miradas, hermanamiento,... muchos sentimientos que ni el viento del siroco se llevó. Nos montamos en ese improvisado taxi y cada uno de los que allí íbamos rompimos a llorar... ¿qué nos pasaba exactamente? ¿Qué era lo que tanto nos pesaba? ¿Cariño, compasión,…? aún no sé que era aquello que sentía…pero sí aprendí que debía hacer…y no era otra cosa que publicar lo que allí pasa…
Ese y no otro es mi cometido en este blog en el que mi amigo Jose me da la posibilidad de escribir, os mantendré informados sobre el conflicto saharaui y a la misma vez os daré algo de su no escasa literatura y escritos que circulan sobre ellos que nos enseñen más como son.
Hoy para terminar os dejo un dicho de ellos trascrito del árabe que dice así…”Wa là ghaliba il-la Al-lah” (No hay victoria que no venga de Al-lah)
Hasta pronto…